por Mirella Machancoses

La semana pasada hubo un tweet de JuanAn (@JAHAlCuadrado) que puso sobre la mesa una de las cuestiones que nos hemos planteado muchas veces en Producciones Gorgona, y que además ha cogido unas ramificaciones muy interesantes en los últimos años con la apertura internacional de los vivos realizados por creadores españoles: se trata del consumo de alcohol durante los eventos de Rol en Vivo.

Tweet original que despierta esta reflexión.

En los casi 20 años que llevo organizando vivos, he visto todo tipo de problemáticas surgir en torno a la cultura del alcohol y hemos ido tomando diferentes decisiones como organización según en qué estadío estuviésemos. Pasamos de permitir por completo el alcohol, a prohibirlo, a intentar crear una cultura sana que llegue a un punto intermedio. Y, aún así, no es fácil, y es una decisión que nos replanteamos cada vez que sacamos el anuncio de un nuevo evento. Y es que el alcohol no sólo puede ser un problema para la fluidez del juego sino una verdadera problemática de seguridad para todos los implicados.

Así que voy a intentar ir analizando mi opinión sobre el fenómeno y cómo pienso que podemos mejorar culturalmente nuestra comunidad y, así, rebajar los problemas que están asociados a él.

De la permisividad a la prohibición, y vuelta a empezar

Antes de comenzar a contar esto, he de decir que he sido siempre una persona que ha bebido con bastante moderación y que, en general, no le he visto el atractivo de beber hasta perder el sentido. Cuando voy a un vivo, voy a disfrutar siendo el personaje, estando en la acción, y odio cuando la gente está demasiado borracha para jugar o demasiado resacosa para levantarse la mañana siguiente. Eso no quiere decir que no haya bebido en algún vivo, en sus fiestas, o haya pasado una noche bailando hasta el agotamiento. Entiendo la catarsis que puede suponer eso, pero también los problemas que entraña.

Hace muchos, muchos años, en el evento que acabó con mi primera organización de rol, un evento sobre el que aún hoy se sigue hablando entre susurro, ocurrió una cosa que me hizo replantearme seriamente la cultura del alcohol en los vivos. El narrador principal del mismo me contestó, al preguntarle como pnj cómo tenía que acabar la escena de aquella noche y si cerrábamos el vivo ya o se quería jugar la mañana del domingo un: «A mi me da igual, yo me voy a beber». Sinceramente, me quedé blanca, destrozada y llorando por el peso de la responsabilidad que no debería haberme correspondido. ¿De verdad todo ese esfuerzo para ello? ¿De verdad era más importante irse a la fiesta que acabar lo que habíamos empezado, estuviese saliendo bien o mal?

Con los años he llegado a entender la presión por la que estaba pasando esa persona ese día, con factores que yo entonces no controlaba, pero esa frase lastró nuestra amistad, y jamás volvió a ser lo mismo. Aún me apena recordarlo.

De ese episodio, aprendí tres cosas:

  • Nunca bebas como organización.
  • Los domingos por la mañana no suelen ser buen momento para cerrar una partida si la gente abandona el lugar a mediodía.
  • La organización debe de cuidarse.

Así que, un par de años más tarde, cuando comenzamos a hacer vivos desde otra organización decidimos que prohibiríamos por completo el consumo durante el evento. Estábamos hartos de que la gente prefiriese irse a beber hasta altas horas de la noche, que por las mañanas el juego no comenzase hasta mediodía porque estaban demasiado resacosos e, incluso, que aumentasen los roces por la desinhibición que provoca el consumo de bebidas alcohólicas. Así, nuestro primer evento basado en el universo de Ánima (sí, hicimos un vivo de Ánima), tuvo prohibido por completo el consumo de bebidas alcohólicas en el interior del recinto donde se realizaba. Salió bien a medias.

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Ánima: Surcando los Cielos (2009) tuvo el alcohol prohibido por la presencia de jugadores menores de edad.

Y es que hubo gente que prefirió abandonar el vivo por la noche, y coger un coche para conseguir y consumir alcohol fuera de las instalaciones que seguir las normas que habíamos puesto. Mejoró en general la jugabilidad, nos evitamos bastantes problemas teniendo menores presentes, pero aún así generó sus roces culturales con el abandono de esa gente, aunque fuese temporal, para beber y socializar. ¿De verdad no se podía tener una interacción social sin bebida de por medio?

Cuando comenzamos Producciones Gorgona, incluso antes de tener ese nombre, fue una de las discusiones más tensas que tuvimos antes de sacar nuestro primer evento: ¿permitiríamos beber en él? Yo, sinceramente, prefería no hacerlo. Veía muchas más ventajas en tener a la gente sobria, aunque no se pudiera disfrutar de una copa de vino en la comida, que intentar que la gente bebiese con moderación si lo permitíamos.

Al final, me convencieron de probar y, no sé si por los años trascurridos o por cómo intentamos hacer ver a la gente el tipo de cultura que queríamos mantener, conseguimos que se bebiese con moderación, unas copas de vino o una cerveza mientras se comía, y el alcohol fuerte para la fiesta postvivo, cuando ya no afectaría al juego. Pero luego os contaré bien cómo hemos intentado hacer esto.

Los problemas del Mucho Beber poco Jugar

A lo largo de los años, me he topado con muchos problemas relacionados con el consumo del alcohol tanto en los vivos que he organizado y/o jugado como en las historias que me han reseñado otras compañeras. Dado que es imposible ser exhaustiva al respecto, voy a intentar dar unas pinceladas de los más extendidos:

  • La resaca de la mañana siguiente impidiendo el juego porque todo el mundo está durmiendo.
  • La imposibilidad de distinguir si alguien está verdaderamente borracho o haciéndose el borracho, sobe todo con interacciones personales: románticas, acoso, etc.
  • El acoso y los avances sexuales no deseados (aunque los he visto ocurrir sin alcohol de por medio, lamentablemente) y la imposibilidad de leer a las otras personas cuando nos frenan.
  • La organización siendo incapaz de dirigir por haber estado bebiendo.
  • El parón de juego porque «es hora de beber fuera de juego».
  • La falta de control en las escenas que atañen a otros jugadores (por ejemplo, batallas o conflictos).
  • Poner en un problema a la organización de un evento por entrar alcohol en un recinto que no lo permite (por ejemplo, albergues juveniles).

Sin beber no puedo jugar

Una de las cosas que más me sorprendió, en un evento de no hace demasiado tiempo, y desde una persona a la que tengo bastante cariño, y en el que estaba prohibido casi por completo beber durante el juego (se permitía una copa de vino/cerveza por persona y comida y controlada por organización) es oír esta frase: «Es que sin beber me cuesta mucho jugar, no me sale el personaje». Me quedé un poco lívida, la verdad.

Entiendo que hay mucha gente tímida a la que ese punto de alcohol le ayuda a desinhibirse y a relacionarse mejor con el resto de la gente. Y esto ocurre tanto en el rol como fuera de él, y es parte de esta cultura tan arraigada de beber como acto social. Pero no deja de ser un tipo de alcoholismo depender directamente de esta droga, aunque sea legal, para ser capaz de tener interacciones sociales. La verdad es que como sociedad deberíamos de hacernos mirar porqué dependemos tanto de ello.

Y creo que esta cuestión de la bebida social, no siempre relacionada con la timidez sino también con que es el único modo de interacción social que muchos conocen, la que hace que la gente tenga esa necesidad imperiosa de beber durante los vivos, y no esté dispuesta a acatar las normas para ello: es un acto social y, por tanto, necesita beber.

La presión por la bebida

Otro tema peliagudo y relacionado con la socialización de la bebida es la presión que se ejerce en los jugadores abstemios o que rechazan una bebida cuando ésta está permitida durante el evento. Las causas de este rechazo pueden ser varias: reacciones con medicación, embarazos, ex-alcohólicos, o, simplemente, falta de gusto personal por el alcohol. Opciones tan respetables como querer tomarse una copa, sino más. Sin embargo, quien rechaza una copa se ve obligado a justificarse, algunas veces hasta lo violento.

Os voy a poner otro ejemplo personal. En College of Wizardry 12 yo estaba embarazada, de apenas unas semanas. Nadie más allá de mi familia más cercana lo sabía. Ni siquiera mis mejores amigas. No me la quería jugar a que hubiese un aborto y tener que lidiar con decirlo a todo el mundo. Es algo habitual. Y, al fin y al cabo, hacía menos de una semana que sabía del embarazo.

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Roleando embarazada en CoW12 (2017)

Como es lógico, no me iba a permitir beber ni una gota de alcohol. Así que cuando alguien pedía una ronda en la taberna, yo pedía un mocktail. Pero, cada vez que esto ocurría, alguien preguntaba el porqué o decía con sorpresa: ¿no quieres un cocktail o una cerveza? Y la verdad es que no me apetecía tener que explicarle el porqué, y menos a desconocidos.

El punto cumbre llegó entrando al salón para el gran baile que es el evento cumbre de un CoW habitual. Iba con el que era la pareja de mi personaje y nos dieron las copas para brindar. Yo pedí a la persona de organización que me diera una copa sin alcohol (las tenían disponibles) y él me preguntó de nuevo que porqué no bebía. Se lo acabé contando, un poco harta de las preguntas. Fue la primera persona fuera de mi familia y de la organización del evento (por seguridad) que supo del embarazo, y me sentí que traicionaba a mis amigues haciendo aquello. ¿Porqué tenía que verme arrinconada hasta explicar algo tan personal?

Esta persona es alguien que se portó genial, que me apoyó en todo y se alegró mucho de ello y que hemos acabado siendo amigues, pero me he planteado muchas veces porque la cultura que tenemos del alcohol nos lleva a pensar que es tan raro no beber y que quien no lo hace nos debe una explicación. Debemos desterrarnos esa idea.

La internacionalización y las diferentes culturas del alcohol

Aunque no lo creáis, para mi el problema se ha agudizado todavía más con los vivos internacionales. Las diferentes culturas del alcohol han hecho que surjan problemas en muchos de ellos.

Tengo la sensación, habiendo vivido en varios países, que la cultura del alcohol mediterránea, suele consistir en beber bebidas de más baja graduación durante más tiempo, manteniendo lo que conocemos como «el puntillo». Esto está en relación con salir a tomar unas cervezas o tomar vino con las comidas o de tapas. El botellón o las fiestas de madrugada las dejamos para otra ocasión, aunque afectan mucho a las fiestas postvivo.

Cuando me mudé a Inglaterra me sorprendió muchísimo la cantidad de alcohol que bebía todo el mundo. Salir a tomar unas cervezas una tarde para ellos no tenía sentido sino acababan totalmente borrachos. Veía a embarazadas como yo consumiendo a alcohol, y a la matrona no le entraba en la cabeza que yo hubiese parado de beber antes de quedarme embarazada «por si acaso». Una cultura que me pareció destructiva.

Jugadore internacional preguntando por las políticas respecto al alcohol en el vivo «We burn in fire and desire» y la contestación de organización.

Y esto se traslada también a los vivos. Cuando comencé a ir a vivos internacionales, me sorprendí de la cantidad de alcohol consumida en las fiestas postvivo. Muchísima más que en las españolas (de verdad de la buena). Era tremendo. La música alta y el consumo de alcohol hasta perder el sentido. En la fiesta postvivo de The Solution me encontré bastante violenta por la situación, estando sola y no pudiendo hablar con nadie.

De hecho, la incapacidad de control de muchas personas de los países del norte de Europa de parar de beber una vez han empezado, es lo que hace que en muchos vivos internacionales esté prohibido por completo el consumo del alcohol durante el vivo, en muchos haciendo que sean estas fiestas postvivo las que acogen toda la bebida. Algunos, incluso, han intentado, de nuevo, prohibirlo por completo.

En realidad yo os estaba contando esto para señalar que, cuando las culturas diferentes nos hemos juntado, esto ha creado unas cuántas fricciones. Algunas asociaciones españolas, francesas e italianas que se han abierto a los eventos internacionales, optaban por esa bebida ligera de la que os he hablado: poder ir bebiendo una copa, sin caer en beber hasta perder el sentido. Pero cuando algunos jugadores internaciones comenzaron a venir a los eventos, quedó patente que este tipo de relación con el alcohol no la conocían. Y de ello vinieron problemas también como los que han surgido a raíz del último vivo anunciado por Somnia «We burn in fire and desire».

La Ley Seca

Ante toda esta problemática, una de las soluciones más habituales es imponer la Ley Seca: prohibir por completo el consumo del alcohol en el evento. Sin duda, como he hablado antes, tiene sus ventajas obvia, pero también sus desventajas. Igual que pasó con La Ley Seca americana, obliga a los organizadores a ser una policía que persigue a los infractores, y a la gente a buscarse maneras de meter de contrabando alcohol en el evento. Y eso, para mí, también es sumamente desagradable.

Soy muy partidaria de imponer la no-bebida en los eventos con fuerte contenido sexual, por ejemplo. En La Sed Roja, de Monster Productions, es así. No se puede beber durante el juego. El alcohol, para cuando no se estén tratando temas peliagudos que necesiten toda la atención de los jugadores. Particularmente, creo que funciona bastante bien como sistema.

Sobre todo si se advierte con antelación y se crea una cultura más sana respecto al alcohol y, para ello, y como siempre, las guías de diseño son imprescindibles.

Las guías de diseño como instrumento

No sé cuántas veces os he hablado en este blog de lo que supone el diseño consciente cuando hablamos de temas difíciles en la partida. Y el alcohol es uno de ellos, sin duda.

Así que antes de sacar vuestro evento pensad: ¿cómo quiero que sea la cultura del alcohol en él? ¿Voy a dejar libertad? ¿Prefiero que haya solo un poco de vino/cerveza que traiga organización? ¿Voy a prohibir por completo el consumo? Es vuestra decisión, e influye al desarrollo del evento, así que reflexionar largo y tendido.

Y luego, como siempre, tomaros vuestro tiempo en dejarlo claro en vuestra guía de diseño, tenga esta el formato que tenga. Así evitaréis problemas a posteriori y dejaréis claro qué visión tenéis sobre el tema. Mi consejo, además, es que dejéis claro el porqué y apeléis a la responsabilidad individual de cada uno de los asistentes. Muchos ya no somos niños que no sabemos comportarnos y si te has apuntado a un evento con ciertas normas, debes cumplirlas y ayudar a que todo vaya sobre ruedas. Cambiemos la cultura entre todos.

Conclusión

Como siempre, acabo un artículo que se ha vuelto a hacer larguísimo con la sensación de que os he contado varias cosas pero que me dejo muchas en el tintero. Sólo quisiera que esta reflexión os sirviese para mejorar la cultura del alcohol en vuestros vivos, y también para pensar sobre la dependencia social que tenemos de éste y que afecta a todas las esferas de nuestra vida. ¿De verdad necesitamos beber para tener un buen vivo o na gran fiesta postivivo? ¿No hay maneras diferentes de relacionarse? Ahí queda eso.