por Mirella Machancoses
Hoy toca una de esas reflexiones que llevan meses (en este caso más bien años) rondando por mi cabeza, pero que un post de Twitter hacen que suban inexorablemente en la lista de prioridades para escribir en el blog. Se trata, ni más ni menos, que el jugar entre diversas edades.
Este tema lo hemos estado tratando por La Mirada de Gorgona desde hace tiempo. Tanto, que el primer post sobre ello, jugar en familia, está escrito en inglés y responde a mi ponencia en la primera edición de Entrerevs (¡hace ya más de 10 años!). Llevo tiempo queriendo rehacer el artículo, ya que no solo está ya un poco antiguo y en inglés sino que mi opinión sobre todo esto ha cambiado, en gran parte influenciado por mi experiencia como mamá. También he escrito sobre cómo iniciar a los peques en el rol desde bien pequeñitos (podéis leerlo aquí)
Pero si os fijáis, he titulado el artículo jugar intergeneracionalmente, porque quiero ir un paso más allá, quiero remarcar no solo que se puede jugar en familia, o en la propia familia, sino externamente, con gente de todas las edades.
Antes de comenzar quiero agradecer a Pau Ferrón que me haya dejado reproducir el hilo de Twitter que podéis leer a la izquierda, ya que es el que ha encendido la chispa de este artículo, y además cuya reflexión me parece muy interesante. Leedlo bien antes de acompañarme.
¿Tiene edad el rol?
Una de las cosas más maravillosas de jugar a rol, es que desentierra (si alguna vez lo enterramos) el niño que todas llevamos dentro. Nos permite jugar de una manera pura, tal y como lo hacíamos cuando éramos pequeños y la fantasía de nuestras mentes no tenía límites. Igual que entonces, rompemos las barreras de la realidad y podemos ser piratas o hadas, formar parte de nuestra serie favorita o hacer hazañas imposibles para nosotras, meras humanas en nuestro día a día.
La humanidad juega, somos el homo ludens, que decía Huizinga. Aprendemos jugando, pero somos un animal que sigue jugando el resto de su vida. Es más, somos un animal que disfruta de ver jugar a otras de su especie. Increíble pero cierto. Por tanto, el juego está integrado en lo que somos, en cómo vivimos y cómo sentimos. Y el rol, en su faceta intrínseca de juego, tiene que tener esto muy presente.
Pero a veces lo olvidamos. Creemos que los niños no tienen cabida en lo que consideramos una afición «adulta», o que tienen que jugar de otra manera, separados, «a sus juegos». También pensamos que los mayores quedan fuera del juego porque «es demasiado tarde para ellos», «no van a entenderlo» o «no tienen cabida aquí». Pero no, jugar intergeneracionalmente nos abre las puertas de un mundo de posibilidades del que todas podemos nutrirnos. Vamos a ver cómo.
Juegos para niños o con los niños
El tema del juego de rol y los niños daría para toda una disertación a parte. Y es que parece paradójico que en nuestras mentes siga imbricado el tema de «jugar es de niños» y a la vez el «no podemos jugar con niños». Por eso, cuando hablo de juego de rol con público infantil me gusta distinguir entre los juegos para niños y aquellos que puedes jugar con los niños.
Juegos para niños– juegos orientados a la infancia, normalmente reseñando una edad adecuada para la iniciación de los mismos. La mayoría de rol infantil que se publica en España está orientado a este público, deduciendo que tendrás varias niñas que jueguen juntas al mismo. Pequeños detectives de Monstruos, 8 tesoros, Starport, etc. cumplen esta denominación. Lo mismo ocurre en el rol en vivo, ya sean eventos solamente infantiles, o tramas segregadas para los niños, muchos eventos piensan que el rol infantil tiene que estar separado del adulto.
Juegos familiares– Los juegos familiares son aquellos que están pensados para jugar con niños pero no sólo con ellos. Son esos juegos de mesa que se marcan con el tradicional de 5 a 99 años pero traídos a los juegos de rol. Así, nos encontramos juegos/partidas que son divertidas de jugar para toda la familia junta, no algo que haces por acompañar a tus hijos. Esto es lo que estamos intentando hacer con Los Invencibles (juego que estoy escribiendo con mi hijo de 6 años), y también lo que hicimos con la saga de eventos en vivo de Eureka, donde niños y adultos compartían tramas y estaban pensados para jugar en familia, y no como juegos independientes.
Este último tipo de juegos me parece que tiene una enorme proyección por delante. No solo porque jugar en familia es una experiencia lúdica increíble, si no porque las estructuras familiares actuales me parecen propicias a ello. En España, las familias somos bastante pequeñas con 1 o 2 hijos en su mayoría, y encontrar un grupo de 4-5 chavales se vuelve complicado, al menos hasta que tienen amigos que quieren ser parte de ello. Así pues, si otros adultos del entorno (progenitores, tíos, etc.) juegan en la misma mesa y se lo pasan bien jugando con ellos, podremos ampliar enormemente el abanico de posibilidades de juego. Y, al fin y al cabo, a muchas mamis nos falta tiempo para jugar a rol exclusivamente adulto, ¡así que esta es una buenísima manera de compartir aficiones con nuestras pequeñas!
Integrando a los mayores
El otro melón que quiero abrir en estas líneas es el de los mayores. Parece que el rol lo estamos modelando últimamente para las adultas de mediana edad, aquellas que empezamos a jugar hace más de 20 años y seguimos haciéndolo. Ahora que muchas hemos sido madres, se han incorporado los juegos infantiles, de los que ya hemos hablado pero… ¿por qué siempre nos olvidamos de las generaciones anteriores? ¿Es totalmente imposible jugar con nuestros padres y abuelos?
En las encuestas de «rol y género» y «romanticismo» que hice hace poco más de un año, me sorprendió un dato: no había ninguna jugadora mayor a 55 años, mientras que el 10% aproximadamente de las encuestadas estaba entre los 45 y los 55. Es decir, no tenemos representatividad de adultos mayores ni de ancianos entre la gente que se declara jugadora de rol. Obviamente, las fechas de la irrupción de la afición en España pueden influir notablemente, pero también es cierto que en el panorama internacional encontramos bastantes jugadores de más edad, especialmente en rol en vivo, muchos de los cuales han entrado tarde a la afición, ¡y esto no es un problema!
Creo que tenemos, como aficionadas, una deuda pendiente con las generaciones más mayores y esta afición. Creo que tendríamos que luchar por derribar las barreras de edad, y que nunca es tarde para comenzar. A modo de ejemplo, he tenido bastantes jubiladas entre las participantes de las murder partys que he dirigido en el Espai Rebombori, algunas de las cuales han venido a repetir. Señoras que jamás habían oído hablar de rol, o habían hecho teatro, disfrutando enormemente de ponerse en la piel de un personaje y resolver asesinatos. También sé que algunos amigos han usado nuestro juego «¿Te acuerdas de aquel día?» para introducir al rol de mesa a sus padres (abuelos de sus hijas), ya que el dominó es un juego que conocen, y es tan ligero de reglas que no les resulta extraño.
Así pues, ¿Por qué no jugamos con las generaciones mayores? ¿Tenemos miedo? Desde aquí me gustaría lanzar un llamamiento a todas las lectoras: invitad a vuestros padres y abuelos a jugar. Jugad intergeneracionalmente. Jugad sin pensar en las barreras de edad.
Los límites de edad (PEGI)
Entonces, ¿todos los juegos son para todos?
No. Rotundamente no.
Igual que pasa en todos los tipos de ocio, un mismo formato puede estar orientado a un público muy diverso. Una película puede ser para todos los públicos o +18. Un videojuego de la patrulla canina será para público en edad preescolar, mientras que un Mario Bros será familiar y un Assassin’s Creed para mayores de 16. Lo importante, pues, es saber al público que está dirigido nuestra partida o juego. Y esos marcadores, en el sector de los juegos de rol, están aún casi sin desarrollar (con honrosas excepciones).
Tenemos que acostumbrarnos a marcar la edad mínima de nuestro juego y partida, tal y como se hace en juegos de mesa, videojuegos o películas. En el título de este apartado pongo el PEGI, que no es infalible pero todos lo conocemos. No tiene porqué ser algo tan estricto o estructurado, pero sí que lo ponga claramente: ¿para qué público está dirigido esto?
Sin embargo, quiero hacer también un llamamiento. No seamos vagas y cómodas. No pongamos un +18 por defecto «porque así no se apuntan niñas en nuestras partidas» en las jornadas que permiten marcar edad. Tal y como nos contaba Pau en el hilo que daba inicio a esta diatriba de hoy, para un chaval puede ser un mundo el compartir una mesa adulta. Y vosotras también podéis disfrutar mucho de la experiencia.
Por otro lado, hecho de menos en las etiquetas de algunas jornadas el que se marquen las partidas como «familiares». En algunas que he asistido puedes marcar el rango de edad (¡fantástico!) pero la mayoría, si pones tan sólo que algo es para mayores de 4 años o lo etiquetan como «infantil», parece que los padres no pueden apuntarse, o gente con ganas de jugar algo «para todos los públicos». Así que mi propuesta es que añadáis una etiqueta en vuestras jornadas que sea «familiar», actividades que se puedan disfrutar todos juntos. Y sí, sé que da pena ocupar plazas «infantiles» cuando en las jornadas hay pocas actividades que les permitan acceder, pero igual es que lo que debemos cambiar es eso. ¡Juguemos más juntas!!
Problemas del juego intergeneracional (grooming, ageism, temas)
Por otro lado, ya sabéis que no me gusta dulcificar las cosas, ni hacer artículos en los que no tengo en cuenta las diferentes opiniones que hay respecto a un tema. Y este no iba a ser menos.
Jugar intergeneracionalmente no es un tema exento de problemas, ¡ni muchísimo menos! De hecho, en los entornos en los que se da habitualmente, han ido surgiendo una serie de problemas que van siendo abordados poco a poco, algunos de los cuales tienen una solución más fácil que otra. Me gustaría señalar los siguientes:
- Grooming: Grooming es el término inglés que se usa para definir «la actividad criminal de hacerse amigo de un niño para intentar persuadirlo de tener relaciones con ellos» (Cambridge Dictionary) y, aunque nos pueda parecer que no, en el rol, como en cualquier actividad social donde niños y adultos pueden compartir espacios, hay facilidad para que se dé. En este artículo (en inglés) de Sanne Harder habla del tema en profundidad, centrado en el mundo del rol en vivo, y cogiendo algunos testimonios de primera mano. Algunos de los casos que nombra conozco a las víctimas, que han contado sus historias en algunos grupos seguros. Otros, han acabado incluso en juicios y condenas a cárcel. Es un tema peliagudo. Por eso debemos mantener los ojos abiertos en nuestros entornos cuando niños y adultos juegan juntos, especialmente cuando hay dinámicas de poder por en medio.
- Ageism: Este anglicismo define las discriminaciones por motivos de edad. Este tema ha sido bastante discutido en entornos del rol en vivo nórdico en los últimos años, tanto por un extremo del arco de edad como por el otro. Los jóvenes, quejándose de ser excluidos por los roleros de más edad y experiencia, los mayores, diciendo que conforme envejecen, tienen peores papeles y se sienten excluidos de los temas y ciertas dinámicas (como interpretar relaciones románticas). Un tema complejo y sobre el que hay mucho que reflexionar. De hecho, algunos vivos han puesto en su diseño solucionar algunos problemas señalados, como en el caso de The Reunion (On Location Larps, 2023) donde algunos de los pases solo podían ser jugados por roleros que se consideraran «de mediana edad o más».
- Interés por temas diferentes: Además, aunque ya en un nivel mucho menos duro que los dos anteriores, encontramos que no siempre los mismos temas interesan a las mismas edades. Todas pasamos por diferentes etapas vitales, en las cuales nuestros intereses cambian y se moldean, explorando diferentes facetas vitales. Por ello, hay temáticas que resuenan mejor o peor con cada grupo de edad, y para hacer algo verdaderamente intergeneracional habría que trabajar a varios niveles para que se puedan explorar temas diferentes según tu edad. Por ejemplo, en películas como Shreck, la lectura que hace un niño y un adulto no son iguales, pero son igualmente disfrutables. Por ello, los productos intergeneracionales deberían explorar este tipo de lecturas multinivel.
- Capacidades físicas diferentes: En el entorno del rol en vivo, además, se suele hablar mucho de cómo las capacidades físicas van cambiando con la edad, y cómo el cuerpo no responde igual que lo hacía cuando éramos jóvenes. En roles en vivo con alto componente físico, como Legion: A Siberian Story (Rolling, 32 pases, el último en enero de 2024), en el que los participantes deben andar 25km sobre la nieve en dos días, la edad puede ser claramente un problema.
En general, sobre los problema de hacerse mayor y los vivos, muy comentados en los últimos años, no quiero entrar. Pero para los que os interese el tema, Inge ha escrito un precioso artículo hace apenas unas semanas en Nordic Larp (en inglés, como suele pasar con estas cosas) que creo que puede resultaros muy inspirador.
Consejos para el juego para todos los públicos
Como siempre, no puedo acabar ningún artículo de este tipo sin intentar se productiva y dejaros unos pocos consejos que creo que pueden ser útiles para mejorar en este aspecto. Por las diferencias que hay entre el rol de mesa y el vivo, voy a hacer dos secciones diferenciadas.
En casa:
- Si juegas a rol de manera habitual reflexiona: ¿He jugado alguna vez con mi familia? ¿He invitado tanto a los niños como a los ancianos?
- Busca juegos que sean sencillos para comenzar y que les pueda apetecer al público objetivo que quieras incluir esta vez.
- Puedes pasar por juegos de mesa más narrativos para ir allanando el camino.
- Trabaja en quitar los miedos y perjuicios sobre el juego.
En eventos de rol de mesa/convenciones:
En los eventos de rol de mesa, como jornadas, se puede trabajar a un nivel bastante diferente al individual. En este sentido, los consejos que pongo aquí están pensados también para hacer más accesible a las familias la asistencia y disfrute de estos espacios.
- Busca activamente programar actividades para diversas edades. No sólo infantiles per sé, sino para todos los públicos.
- Acota espacios familiares, por ejemplo, zonas de esparcimiento para que los niños puedan correr un rato
- Publicita el evento no solo como actividad juvenil, sino intergeneracional. Intenta llegar a más tipo de públicos.
- Etiqueta tus partidas más allá de infantil/adulta, y una una etiqueta para referirte a las de «para todos los públicos»
- Y como mamá de una bebé, me hacéis muy feliz si pensáis en ellos. ¿Hay una zona donde poder cambiarles el pañal? ¿Quizá un pequeño rincón interior con juegos blandos?
En roles en vivo:
Los roles en vivo intergeneracionales son un tema que me encanta. Como ya os he dicho antes, jugar en familia fue el tema de mi primera contribución a EntreRevs, hace ya más de 10 años, así que llevo tiempo reflexionando sobre ello. Así que os resumo algunos puntos de interés:
- Para los menores de edad, ten en cuenta los siguientes grupos de edad:
- Menores de 5 años: es difícil que jueguen e interpreten papeles como tal. Si sus padres tienen que cuidarlos, van a jugar más bien poco. Para los niños entre 2 y 5 años, en vivos grandes, se puede poner un servicio de guardería que se encargue de aligerar un poco la carga de los padres para que éstos puedan jugar, mientras los niños hacen actividades relacionadas con la temática del vivo.
- Entre los 5 y los 7: Pueden jugar ya sin problemas, pero requieren algo más de vigilancia que los mayores. Igual que para el grupo siguiente, necesitas un organizador dedicada a ellos.
- Entre los 8 y los 12: Una edad ideal para jugar. No te olvides de incluirlos en las tramas de adultos y que puedan influenciar el vivo de alguna forma. Algunos buenos consejos se dan en este artículo (en inglés).
- Entre 13 y 16: Una edad complicada, ya que aunque en muchos vivos puedan ir a jugar igual que un adulto, con personajes «completos», los temas que pueden gestionar no son los mismos que un adulto. Si se puede crear un grupo de jóvenes, con sus tramas, sería ideal.
- A partir de los 16: La mayoría de jóvenes a partir de 16 juegan ya como un adulto, y pueden tener personajes con las mismas tramas. De hecho, muchos pueden acudir ya sin tutores a los eventos. El problema con estas edades es la calibración de tramas y la posibilidad de grooming al ser parte del juego adulto. Hay que vigilar mucho la seguridad de estos menores.
- Si vas a aceptar menores, ten cuidado con las siguientes cosas:
- Las escenas violentas: los niños pueden impresionarse con algunas escenas que para los adultos no son nada, tenlo en cuenta y diséñalas en espacios donde no les afecten.
- Cuidado con los temas: algunos no son apropiados para los niños, como los enfrentamientos de género, como aprendimos a las malas en Eureka, cuando dimos una sufragista a una niña, que acabó llorando por la presión de no ser igual que los niños en partida y que no la dejaran luchar.
- Cuidado con los ritmos del evento: necesitas que tengan marcha, como pasa en una peli o libro de aventuras. Además, los niños son capaces de descubrir tramas que parecían ocultas de un vistazo. Ten siempre un adulto responsable cerca, que vaya regulando lo que ocurre.
- No cojas más niños de los que seas capaz de manejar, y ten en cuenta sus edades al diseñar.
- Haz tu vivo accesible para gente de más edad, haciendo que se sientan bienvenidos. Parte de ello es diseñar espacios que no tengan tantas limitaciones físicas.
- Si puedes, haz precios familiares, o paquetes de alojamiento que permitan a las familias inscribirse y alojarse juntas.
Conclusión: Garantizando el futuro del rol
Para mí, jugar en familia implica un montón de cosas positivas. De hecho, es el único modo en el que voy a poder jugar un rol en vivo este año, acompañada de los dos peques en las próximas semanas. Jugar intergeneracionalmente implica no solo conciliación familiar, e incluso apertura del público si conseguimos que vengan generaciones más mayores, sino garantizar un futuro para el rol como afición. Los pequeños son nuestros másteres del futuro, ¡no lo olvidemos!
Como siempre, si os ha gustado lo que escribimos, nos ayudáis mucho a seguir adelante invitándonos a un café.
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